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Sólo uno de cada 10 españoles mayores de 50 años hace suficiente ejercicio para obtener algún beneficio cardiovascular.
Algunas estimaciones sugieren que aproximadamente la mitad del deterioro físico asociado a la vejez puede deberse a la falta de actividad física.
Se ha sugerido que la gente mayor de 65 años, más que cualquier otro grupo de edad, necesitan unos niveles de forma física adecuados que les ayuden a mantener su independencia, recuperarse de las enfermedades y reduciendo el riesgo de padecerlas.
Diversos estudios demuestran que nunca es demasiado tarde para ponerse en forma, mejorar el nivel físico y poder llevar un envejecimiento saludable que nos ofrezca una buena calidad de vida.
El cuerpo humano responde al ejercicio, sea cual sea su edad, y son muchos los beneficios tanto para mejorar su salud física como para la salud mental.
Si tienes más de 40 años, eres obeso, padeces una enfermedad cardiovascular o enfermedad crónica o has sido sedentario durante algún tiempo, es conveniente que consultes a tu médico antes de embarcarte en una nueva rutina de ejercicios.
Aproximadamente la mitad del deterioro físico asociado al envejecimiento puede deberse a la inactividad física.
Sin ejercicio regular, la gente mayor de 50 años puede experimentar un envejecimiento prematuro que derive en una serie de problemas de salud y bienestar emocional, entre ellos
Muchas personas mayores creen que el ejercicio ya no es apropiado para su condición física y por ello no practican un envejecimiento activo.
Algunas de las ideas erróneas más comunes que llevan a las personas mayores a abandonar la actividad física son:
Otros factores que pueden contribuir a la falta de ejercicio físico entre las personas mayores de 50 años son:
Algunos de los muchos beneficios psíquicos y físicos del ejercicio regular para las personas mayores incluyen:
La cantidad y el tamaño de las fibras musculares disminuyen con la edad.
Algunos estudios sugieren que el cuerpo medio pierde alrededor de 3 kg de músculo magro cada década a partir de la mediana edad.
Las fibras musculares que parecen verse más afectadas son las de contracción rápida (fásica), que son las que determinan la fuerza y la velocidad de contracción. Hay pruebas que sugieren que estos cambios están relacionados con un estilo de vida sedentario, más que con la edad.
La masa muscular puede aumentar en la persona mayor después de realizar ejercicio regularmente durante un periodo de tiempo relativamente corto.
La densidad ósea empieza a disminuir a partir de los 40 años, pero esta pérdida se acelera en torno a los 50 años.
Como consecuencia de esta pérdida ósea, las personas mayores son más propensas a sufrir fracturas. El ejercicio para mayores puede ayudar a reducir el riesgo de pérdida ósea y osteoporosis.
Un plan de entrenamiento a base de ejercicio con pesas o entrenamiento de fuerza, es el más adecuado cuando buscamos un incremento de la fuerza muscular.
Está científicamente probado que es el que más ayuda al mantenimiento de unos huesos sanos y fuertes.
Integrar el entrenamiento de fuerza y resistencia como actividades en nuestra vida diaria, es el coctel perfecto para tener la mejor salud posible a cualquier edad.
La práctica de actividad deportiva con ejercicio de intensidad moderada es el más favorable para mantener y mejorar tu estado físico en la tercera edad.
Esto significa hacer ejercicio a aproximadamente el 70% de la frecuencia cardiaca máxima del individuo (220 pulsaciones por minuto menos tu edad).
Así, si tienes 65 años tu FCM será de 220-65 = 155 pulsaciones por minuto.
Lo recomendable es realizar ejercicios que eleven tu pulso al 70% de 155 pulsaciones, es decir que hagan que tu corazón lata a 0,7*155 = 108 pulsaciones por minuto.
Los estudios demuestran que la forma física cardiorrespiratoria tarda más en alcanzarse en una persona mayor que en una joven, pero los beneficios físicos son similares y ayuda a prevenir enfermedades.
Independientemente de la edad, las personas pueden mejorar su capacidad cardiorrespiratoria haciendo ejercicio con regularidad.
Las articulaciones del cuerpo requieren un movimiento regular para mantenerse flexibles y sanas.
En particular, las personas con artritis pueden beneficiarse de los programas de ejercicios aeróbicos y de fortalecimiento.
A medida que el metabolismo de las personas se ralentiza con los años, es más fácil ganar peso corporal y, debido a ello, surge el riesgo de obesidad, que puede prevenirse realizando actividad física con regularidad.
Tener demasiada grasa corporal se ha asociado a una serie de enfermedades, como las cardiovasculares y la diabetes.
El ejercicio regular quema kilocalorias, aumenta la masa muscular y acelera el metabolismo.
En conjunto, estos cambios fisiológicos ayudan a las personas mayores a mantener un peso adecuado para su estatura y complexión.
La depresión, el estrés o una vida sedentaria pueden provocar insomnio o dificultades para dormir en personas de tercera edad, por lo que la actividad física como caminar, andar en bicicleta ligera pueden mejorar esta situación al estabilizar los niveles de serotonina, lo que ayuda a activar las hormonas del sueño.
Algunos de nuestros mayores padecen enfermedades crónicas (como artritis grave, osteoporosis o enfermedad cardiovascular avanzada) que limitan su elección de actividades físicas.
En estas situaciones, lo mejor es consultar estrechamente con el médico, el fisioterapeuta o el profesional sanitario para diseñar un programa de ejercicio que sea saludable y seguro.
El cribado previo al ejercicio se utiliza para identificar a las personas con afecciones médicas que pueden exponerlas a un mayor riesgo de sufrir un problema de salud durante la actividad física.
Es un filtro o «red de seguridad» para ayudar a decidir si los beneficios potenciales del ejercicio superan los riesgos.
Es importante no olvidar que, a esta edad, las personas suelen tener algunos problemas de salud física y mental, que deben tenerse en cuenta antes de realizar cualquier actividad física.
Por eso es importante incluir un chequeo médico en la rutina de las personas mayores, para tener una idea más precisa de qué tipo de ejercicio pueden realizar y cuáles deben evitarse.
Además, las personas deben comprender que hacer ejercicio en la tercera edad no implica la misma intensidad que cuando se hace ejercicio en edades más tempranas, ya que el cuerpo tiene necesidades diferentes en esta edad y la actividad debe adaptarse de forma más suave.
La práctica deportiva en las instalaciones de un centro de día, residencia de ancianos o servicios realizados por un profesional de asistencia a domicilio, analizamos la condición física y mental de los residentes y de aquellos que nos visitan diariamente en nuestras instalaciones.
Basándonos en sus particularidades y requerimientos, podemos realizar sesiones individuales de recuperación o actividades colectivas de fisioterapia y psicomotricidad.
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